Maya and Aztec

Ancient Mesoamerican civilizations

El Popol Vuh o Pop Wuj. Primera Parte: Capítulo II

Category: Popol Vuh

Capítulo II

Luego hicieron a 1os animales pequeños del monte, los guardianes de todos los bosques, los genios de la montaña,5 los venados, los pájaros, leones, tigres, serpientes, culebras, cantiles [víboras], guardianes de los bejucos.

Y dijeron los Progenitores: — ¿Sólo silencio e

inmovilidad habrá bajo los árboles y los bejucos? Conviene que en lo sucesivo

haya quien los guarde.

Asi dijeron cuando meditaron y hablaron en seguida. Al punto

fueron creados los venados y las aves. En seguida les repartieron sus moradas a los venados

y a las aves.

— Tú, venado, dormirás en la vega de los ríos y

en los barrancos. Aquí estarás entre la maleza, entre las hierbas; en el

bosque os multiplicaréis, en cuatro pies andaréis y os sostendréis– .

Y así como se dijo, se hizo.

Luego designaron también su morada a los

pájaros pequeños y a las aves mayores:

— Vosotros, pájaros,

habitaréis sobre los árboles y los bejucos, allí haréis vuestros

nidos, allí os multiplicaréis, allí os sacudiréis en las ramas

de los árboles y de los bejucos –. Así les fue dicho a los venados y a los

pájaros para que hicieran lo que debían hacer, y todos tomaron sus

habitaciones y sus nidos.

De esta manera los Progenitores les dieron sus habitaciones

a los animales de la tierra. Y estando terminada la creación de todos los

cuadrúpedos y las aves, les fue dicho a los cuadrúpedos y pájaros por

el Creador y el Formador y los Progenitores:

— Hablad, gritad, gorjead, llamad,

hablad cada uno según vuestra especie, según la variedad de cada uno — .

Así les fue dicho a los venados, los pájaros, leones, tigres y

serpientes.

— Decid, pues, vuestros nombres, alabadnos a nosotros, vuestra madre,

vuestro padre. ¡Invocad, pues, a Huracán, Chipi-Calculhá,

Raxa-Calculhá, el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra, el Creador, el Formador, los Progenitores;

hablad, invocadnos, adoradnos! — les dijeron.

Pero no se pudo conseguir que hablaran

como los hombres; sólo chillaban, cacareaban y gramaban; no se manifestó la

forma de su lenguaje, y cada uno gritaba de manera diferente.

Cuando el Creador y el

Formador vieron que no era posible que hablaran, se dijeron entre sí : — No ha sido

posible que ellos digan nuestro nombre, el de nosotros, sus creadores y formadores. Esto no

está bien –, dijeron entre sí los Progenitores.

Entonces se les dijo :

— Seréis cambiados porque no se ha conseguido que habléis. Hemos cambiado de

parecer : vuestro alimento, vuestra pastura, vuestra habitación y vuestros nidos los

tendréis, serán los barrancos y los bosques, porque no se ha podido lograr que

nos adoréis ni nos invoquéis. Todavía hay quienes nos adoren, haremos

otros [seres] que sean obedientes. Vosotros aceptad vuestro destino: vuestras carnes

serán trituradas. Así será. Esta será vuestra suerte–.

Así dijeron cuando hicieron saber su voluntad a los animales pequenos y grandes que

hay sobre la faz de la tierra.

Luego quisieron probar suerte nuevamente; quisieron

hacer otra tentativa y quisieron probar de nuevo a que los adoraran.

Pero no pudieron

entender su lenguaje entre ellos mismos, nada pudieron conseguir y nada pudieron hacer. Por

esta razón fueron inmoladas sus carnes y fueron condenados a ser comidos y matados

los animales que existen sobre la faz de la tierra.

Así, pues, hubo que hacer

una nueva tentativa de crear y formar al hombre por el Creador, el Formador y los

Progenitores.

— ¡A probar otra vez! Ya se acercan el amanecer y la aurora;

hagamos al que nos sustentará y alimentará! ¿Cómo haremos para

ser invocados, para ser recordados sobre la tierra? Ya hemos probado con nuestras primeras

obras, nuestras primeras criaturas; pero no se pudo lograr que fuésemos alabados y

venerados por ellos. Probemos ahora a hacer unos seres obedientes, respetuosos, que nos

sustenten y alimenten — . Así dijeron.

Entonces fue la creación y la

formación. De tierra, de lodo hicieron la carne [del hombre]. Pero vieron que no

estaba bien, porque se deshacía, estaba blando, no tenía movimiento, no

tenía fuerza, se caía, estaba aguado, no movía la cabeza, la cara se le

iba para un lado, tenía velada la vista, no podía ver hacia atrás. Al

principio hablaba, pero no tenía entendimiento. Rápidamente se

humedeció dentro del agua y no se pudo sostener.

Y dijeron el Creador y el

Formador: — Bien se ve que no podía andar ni multiplicarse. Que se haga una consulta

acerca de esto, dijeron.

Entonces desbarataron y deshicieron su obra y su

creación. Y en seguida dijeron: — ¿Cómo haremos para perfeccionar,

para que salgan bien nuestros adoradores, nuestros invocadores?– Así dijeron cuando

de nuevo consultaron entre sí.

— Digámosles a Ixpiyacoc,

Ixmucané, Hunahpú-Vuch, Hunahpú-Utiú : ¡Probad suerte otra

vez! ¡Probad a hacer la creación! — Así dijeron entre sí el

Creador y el Formador cuando hablaron a Ixpiyacoc e Ixmucané.

En seguida les

hablaron a aquellos adivinos, la abuela del día, la abuela del alba,6 que así

eran llamados por el Creador y el Formador, y cuyos nombres eran Ixpiyacoc e

Ixmucané.

Y dijeron Huracán, Tepeu y Gucumatz cuando le hablaron al

agorero, al formador, que son los adivinos: — Hay que reunirse y encontrar los medios para

que el hombre que vamos a crear nos sostenga y alimente, nos invoque y se acuerde de

nosotros.

— Entrad, pues, en consulta, abuela, abuelo, nuestra abuela, nuestro

abuelo, Ixpiyacoc, Ixmucané, haced que aclare, que amanezca, que seamos invocados,

que seamos adorados, que seamos recordados por el hombre creado, por el hombre formado, por

el hombre mortal, haced que así se haga.

— Dad a conocer vuestra naturaleza,

Hunaphú-Vuch, Hunahpú-Utiú, dos veces madre, dos veces padre,7 Nim-Ac,

Nimá-Tziís, el Señor de la esmeralda, el joyero, el escultor, el

tallador, el Señor de los hermosos platos, el Señor de la verde jícara,

el maestro de la resina, el maestro Toltecat,8 la abuela del sol, la abuela del alba, que

así seréis llamados por nuestras obras y nuestras criaturas.

— Echad

la suerte con vuestros granos de maíz y de tzité.9 Hágase así y

se sabrá y resultará si labraremos o tallaremos su boca y sus ojos en

madera–. Así les fue dicho a los adivinos.

A continuación vino la

adivinación, la echada de la suerte con el maíz y el tzité.

¡Suerte! ¡Criatura!, les dijeron entonces una vieja y un viejo. Y este viejo era

el de las suertes del tzité, el llamado Ixpiyacoc.10 Y la vieja era la adivina, la

formadora, que se llamaba Chiracán Ixmucané.

Y comenzando la

adivinación, dijeron así: — ¡Juntaos, acoplaos! ¡Hablad, que os

oigamos, decid, declarad si conviene que se junte la madera y que sea labrada por el Creador

y el Formador, y si éste [el hombre de madera] es el que nos ha de sustentar y

alimentar cuando aclare, cuando amanezca!

Tú, maíz; tú,

tzité; tú, suerte; tú, criatura; ¡uníos, ayuntaos! les

dijeron al maíz, al tzité, a la suerte, a la criatura. ¡Ven a sacrificar

aquí, Corazón del Cielo; no castiguéis a Tepeu y Gucumatz!

Entonces hablaron y dijeron la verdad : — Buenos saldrán vuestros muñecos

hechos de madera; hablarán y conversarán vuestros muñecos hechos de

madera, hablarán y conversarán sobre la faz de la tierra.

¡Así sea! — contestaron, cuando hablaron.

Y al instante fueron hechos

los muñecos labrados en madera. Se parecían al hombre, hablaban como el hombre

y poblaron la superficie de la tierra.

Existieron y se multiplicaron; tuvieron hijas,

tuvieron hijos los muñecos de palo; pero no tenían alma, ni entendimiento, no

se acordaban de su Creador, de su Formador; caminaban sin rumbo y andaban a gatas.

Ya

no se acordaban del Corazón del Cielo y por eso cayeron en desgracia. Fue solamente

un ensayo, un intento de hacer hombres. Hablaban al principio, pero su cara estaba enjuta;

sus pies y sus manos no tenían consistencia; no tenían sangre, ni substancia,

ni humedad, ni gordura; sus mejillas estaban secas, secos sus pies y sus manos, y amarillas

sus carnes. Por esta razón ya no pensaban en el Creador ni en el Formador, en los que

les daban el ser y cuidaban de ellos.

Estos fueron los primeros hombres que en gran

número existieron sobre la faz de la tierra.

—–

Notas de

Adrián Recinos:

5 Literalmente, el hombrecillo del bosque. Los antiguos indios

creían que los montes estaban habitados por estos seres guardianes, espíritus

de los montes, especie de duendes semejantes a los alux de los mayas.

6 R’atit quih,

r’atit zac. La palabra atit debe entenderse aquí en sentido colectivo, abarcando a

los dos abuelos Ixpiyacoc e Ixmucané, a quienes luego llama el texto por sus nombres.

La misma expresión se lee más adelante.

7 El autor llama dos veces

madre a Hunahpú-Vuch y dos veces padre a Hunahpú-Utiú, definiendo de

esta manera el sexo de cada uno de los miembros de la pareja creadora.

8 El texto

parece enumerar en este sitio los oficios corrientes del hombre de aquel tiempo. El autor

invoca al ahqual, que es evidentemente el que tallaba las esmeraldas o piedras verdes; al

ahyamanic, o sea el joyero o platero; al ahchut, cincelador o escultor; al ahtzalam,

tallador o ebanista; al ahraxalac, o sea el que fabricaba los v–rdes o hermosos platos; al

ahraxazel, el que hacía los vasos o jícaras, verdes y hermosas, que ambos

sentidos tiene la palabra raxá; al ahgol, que era el que trabajaba la resina o el

copal, y, por último, al ahtoltecat, que era sin duda el platero, tolteca. Los

toltecas, en efecto, fueron grandes maestros en el arte de la platería, que,

según la leyenda, les fue enseñado por el propio Quetzalcóatl.

9

Tzité, árbol de pito, Erythrina corallodendron, Tzompanquahuitl en lengua

mexicana. Se usa en el campo para formar cercados. Su fruto es una vaina que encierra unos

granos rojos parecidos al frijol, los cuales usaban y usan todavía los indios junto

con los granos del maíz en sus sortilegios y hechicerías.


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